Lo que venden en las tiendas hoy en día
Koratygin fue a ver a Tikakeyev, pero no lo encontró. En ese momento, Tikakeyev estaba en la tienda comprando azúcar, carne y pepinos. Koratygin merodeaba junto a la puerta de Tikakeyev y estaba pensando en escribir una nota cuando de repente levantó la vista y vio venir al propio Tikakeyev, con una bolsa de hule en los brazos.
Koratygin vio a Tikakeyev y gritó: - ¡Llevo una hora esperándote!
—No es cierto —dijo Tikakeyev—. Sólo llevo veinticinco minutos fuera de casa.
—Bueno, no lo sé —dijo Koratygin—, sólo que ya llevo aquí una hora entera.
- No digas mentiras - dijo Tikakeyev - Debería darte vergüenza mentir.
- ¡Querido amigo! - dijo Koratygin - ¡Ten la bondad de ser un poco más específico con tus expresiones!
—Creo... —empezó Tikakeyev, pero Koratygin lo interrumpió:
- Si crees... - dijo, pero en ese momento Tikakeyev interrumpió a Koratygin y dijo:
- ¡Qué bueno eres!
Estas palabras pusieron a Koratygin en tal frenesí que presionó un dedo contra una de sus fosas nasales y por la otra fosa nasal sopló mocos hacia Tikakeyev.
Entonces Tikakeyev sacó el pepino más grande de su bolsa y golpeó con él a Koratygin en la cabeza.
Koratygin se agarró la cabeza con las manos, se cayó y murió.
¡Ese es el tamaño de los pepinos que se venden en las tiendas hoy en día!
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