miércoles, 3 de febrero de 2021

Vladimir Jankélévitch

 La sinceridad es siempre bella, siempre exigible y absolutamente buena; la sinceridad ya no depende de las cláusulas mediante las cuales se volvería virtuosa, sino al contrario, es la sinceridad la que da valor a la conducta en sí misma sin valor.      


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